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Això era i no era, en un mas de la serra de Penàguila

Va caminar i caminar fins a trobar el riu Frainós, ple a desbordar d’aigua pel desgel de l’Aitana

 

Las Puertas de Aitana y la Serrella.

Penàguila abre las puertas a las sierras de Aitana y Serrella a 685msnm; Un rincón del mundo donde la naturaleza se hace la dueña de nuestra alma. Un lugar para disfrutar de la paz que sólo puede transmitir el aire puro filtrado por pinos, encinas, cipreses, chopos, almendros y olivos, los cuales conforman este paisaje lleno de espacios donde el viajero podrá cargarse de energía renovada.

 

 

 

Sumérgete en cada rincón de este pueblo.

 

torre de muralla penaguila

Torre de la Muralla

Si damos un paseo por el casco urbano del pueblo podemos intuir su pasado medieval a primera vista simplemente pasando por el Portalet, el cual es la antigua puerta de entrada al pueblo. Al levantar la vista por la calle de la Era, podemos observar cuatro de las torres de la antigua muralla de finales del siglo XIII-principios del XIV.

 

restes muralla penaguila

Torre Vernet y lienzo de Muralla.

 

Se debe prestar atención, porque están mimetizadas con las casas, aprovechándolas para la construcción de estas. Llegando a los restos de la Torre Vernet, podemos observar incluso un lienzo de muralla sobre algunas casas.

 

carrer de penaguila

Calle Mayor.

 

Siguiendo nuestra ruta por el pueblo, descubriremos la huella del pasado en los blasones que hay en las fachadas de algunas casas o en las placas conmemorativas que recuerdan al Arzobispo Company y a Mossen Bernat Fenollar.

 

Dejando el casco urbano, podemos bajar por la Costera del Riuet (Una fuente con veintitantos caños de bronce y un mascarón brotando agua fresca, directa del manantial, llenando el lavadero donde las mujeres del pasado iban a hacer la colada, y que canaliza el agua a la acequia, camino de las huertas) donde actualmente hay plataneros y antes estaban los olmos descritos por Enric Valor en la fábula "I queixalets també".

A la umbría del pueblo, tenemos el camino que va a "L'Hort de Santos". Un camino de cipreses rodeado de pinos y bancales de olivos nos lleva, en paralelo al barranco de L'Anadrach, a las puertas de un jardín romántico del siglo XIX. No hay que olvidar la ruta fitoclimática que nos cuenta la botánica del barranco y que es un camino alternativo al principal. Una vez llegamos al jardín, nos encontramos con unas majestuosas sabinas, las cuales guardan unas puertas de hierro que se abren dándonos paso a un recinto lleno de magia donde las diosas Perséfone y Deméter nos dan la bienvenida a su particular Olimpo, con su estanque de peces, el umbráculo, el laberinto, el bosque de tejos y varios espacios donde disfrutar de la paz.

Subida al Castillo.

Viejos cedros, cipreses y algún sauce nos acompañan en la subida hasta la ermita dels Sants, donde se arrodilló "l'oncle Porra" y se santiguó (de la fábula "El Dimoni Fumador"). Allí empezamos la ruta que nos lleva al Castillo, por el antiguo Camí del peix o de La Vila, pasando a pocos metros de la Cueva del Dimoni Fumador, donde podemos observar un abrigo con restos de pinturas de arte rupestre levantino. Ya en lo alto del Collao, nos adentramos en la sierra rodeados de enebros, romeros, pinos, coscojas ... hasta que llegamos a los restos de un antiguo poblado íbero que nos lleva directos a las ruinas del castillo del siglo VIII y el barranco del Salt.

Otros rincones, también nos invitan a pasar un buen rato disfrutando de estos parajes. Una visita a los restos de un misterioso oratorio o buscando entre los troncos de los chopos del río donde podemos encontrar setas y un universo de colores ocres, verdes o rojos en otoño podrían ser dos buenas opciones, así como visitar vestigios del pasado como acueductos o molinos, incluso uno del siglo XIII.